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El artista expone su obra y su alma

La belleza que existe en el mundo puede ser captada por nuestros sentidos, pero puede vivir eternamente gracias a quienes han dedicado su vida, su entusiasmo, su ímpetu y su trabajo a plasmar esas maravillas en un lienzo, en una piedra, en un papel (a través de notas) o en movimientos del cuerpo. Son los artistas quienes graban en nuestros sentidos esa belleza para siempre.


Espíritus incansables que decidieron un día que el arte sería su forma de vida, su oxígeno y su vitalidad. Y, sin embargo, aunque nos acercan a las emociones universales, están a merced de nuestro juicio, de nuestra opinión, de nuestra capacidad para maravillarnos con lo que nos entregan.


El ojo público no descansa y la crítica permanece; así, el artista cuando expone su obra, no lo hace solo para que vean su trabajo, sino que exhibe, ante todos, su alma, sus ideas, sus creencias y su ser. Implacable y constante es la mirada del otro; valiente y arrojada, es el alma del artista que, sin miedo, se vuelve vulnerable ante ella.


Si no fuera por esa valentía y por la capacidad para soportar el sentirse observados, los artistas no nos regalarían sus esculturas, sus danzas, sus sinfonías, sus pinturas, sus poemas, y, con ellas, su vida. Agradecimiento eterno para quienes, incansablemente, estudian día a día y vencen los retos que la técnica les ofrece. Su trabajo es arduo y no se rinden, todo para que, nosotros, podemos acercarnos a la belleza, a la espiritualidad y a la grandeza divina.



En esta obra de Mercedes Arellano, Liberando energía, queda clara la explosividad, la fortaleza, la grandeza y el poder que el artista tiene dentro de sí y que, cuando nos lo comparte, nos permite estar por motivados para avanzar, para seguir luchando no importando qué. Gracias artistas por motivarnos a vivir.

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